A
pesar de que mis lágrimas se agolpen para salir a borbotones de mis ojos,
aunque mi garganta arda a más no poder, así mi corazón palpite como loco de
sufrimiento… Comandante, no te voy a llorar. Llorarte sería reconocer que la
muerte te llevó, sería aceptar que te fuiste para siempre y que vas a dejar un
gran vacío en la Patria.
Tú,
Hugo Chávez, tú redentor de los pobres; nuevo libertador; Padre Revolucionario
y tantas cosas más, eres mucho hombre para la muerte. Tu entidad espiritual
hace tiempo que superó a tu entidad física; hace mucho que dejaste de ser un
ser individual para convertirte en un todo; para convertirte en un pueblo que
lucha, bajo tus ideales, tus sentimientos y sobre todo con la fuerza y el amor
que sólo tú pudiste darnos.
¿Acaso
puede morir quien sembró a Venezuela y tantos otros pueblos de vida, luchando
contra el odio del mayor y más cruento imperio de la Historia, movido por su
amor infinito por todos nosotros?
Sigues
estando allí, sigues estando en las calles, continúas en nuestras casas, allí
como siempre formando parte de nuestras vidas. No hay manera de que quede un
vacío porque nos llenaste de tanto amor que es imposible ya vaciar lo que con infinito
tesón has llenado.
El
amor de tu pueblo por ti es convicción de lucha, es la fe colectiva de que sí
es posible un mundo de iguales, en el que la solidaridad y el amor sean los
ejes de la construcción del anhelo de nuestros libertadores.
Chávez:
Tú no eres susceptible de morir. La
muerte es para quienes no trascienden, para ti nunca fue rival, jamás ha estado
a tu altura, nunca va a poder presumir que te llevó, hoy, cuando quiso hacerlo,
se encontró como siempre con un pueblo que como el 13 de abril, sale decidido a
que a nuestro Comandante no nos lo lleva nadie, jamás lo entregaremos porque lo
llevamos en el centro de nuestra alma y de allí no lo arranca nadie, así que
muerte devuélvete derrotada por donde viniste…
¡¡EL
COMANDANTE SE QUEDA!!