César Ferrer Dupuy
ferrerdupuy@gmail.com
@ferrerdupuy
“Cuídense de esos mentirosos que pretenden hablar de parte de Dios. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Ustedes los pueden reconocer por sus acciones, pues no se cosechan uvas de los espinos ni higos de los cardos. Así, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. El árbol bueno no puede dar fruto malo, ni el árbol malo dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto, se corta y se echa al fuego. De modo que ustedes los reconocerán por sus acciones”, así lo dijo, según alguna traducción, el propio Jesucristo en narración contenida en el Libro de Mateo. Como tantas otras del Cristo Redentor, palabras de vigencia infinita que nos permiten reconocer tantas situaciones y realidades.
ferrerdupuy@gmail.com
@ferrerdupuy
“Cuídense de esos mentirosos que pretenden hablar de parte de Dios. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Ustedes los pueden reconocer por sus acciones, pues no se cosechan uvas de los espinos ni higos de los cardos. Así, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. El árbol bueno no puede dar fruto malo, ni el árbol malo dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto, se corta y se echa al fuego. De modo que ustedes los reconocerán por sus acciones”, así lo dijo, según alguna traducción, el propio Jesucristo en narración contenida en el Libro de Mateo. Como tantas otras del Cristo Redentor, palabras de vigencia infinita que nos permiten reconocer tantas situaciones y realidades.
Hoy, vivimos
una era en la que las contradicciones ideológicas han configurado un planeta en
el que el liberalismo que se creía vencedor histórico se encuentra con una
insurgencia global de pueblos que han decidido tomar rumbos alternativos a la
dominación del capital por sobre el ser humano. Consecuencia de ello, en cada
rincón de la tierra estamos presenciando la profundización de las diferencias
con cada vez menos puntos de encuentro y, por ende, con acciones de mayor
radicalización que desnudan el sistema de creencias e intenciones de cada cual.
Nuestra
América no solo no escapa a esta realidad sino que posiblemente es el escenario
de la moderna versión global de David contra Goliat. Los Estados Unidos,
tomadores del testigo histórico que la vieja Roma no encontraba a quien legar,
se yerguen como el centro territorial y logístico de la compleja arquitectura
de formas imperiales de avanzada que pretende arropar cada centímetro del globo
terráqueo, fungen como el gran azote regional intentando y logrando en muchos
casos, poner mano a los vastos recursos naturales del continente para alimentar
su inviable voracidad de consumo que le
permite construir una fortaleza infranqueable en donde su bienestar se
basa en la miseria de los demás pueblos.
En este marco,
palpamos como la miseria aflora solo al dar un paso en la raya fronteriza con
el Sur. La insaciable sed de petróleo, minerales de todo tipo, tierras cultivables,
agua dulce, drogas y todo tipo de recursos es sustraído día a día por el
imperio norteño tanto de sus estados vasallos, como de los invadidos a través
de diversos mecanismos.
Por supuesto,
tal fenómeno de despojo de los elementos básicos para la sostenibilidad de los
pueblos, ha provocado una de las consecuencias más molestas para los imperios:
un masivo e imparable fenómeno migratorio desde el sur hacia los Estados Unidos,
lo cual no es otra cosa que la natural respuesta social de ir en la búsqueda de
los recursos y riquezas injustamente saqueadas de su propio suelo.
Ante tal
circunstancia, la respuesta del gobierno yankee,
dentro de la Doctrina Monroe, la cual podemos parafrasear, de acuerdo a su
espíritu, como “América para la oligarquía estadounidense” ha sido una
sanguinaria persecución al migrante y una política criminal contra el fenómeno
migratorio que incluye la construcción de muros como barrera física a la ya
constituida barrera jurídica, racial y económica que le espera a quienes
emprenden dicho camino. Cantidades incalculables de recursos se dedican a
evitar el acceso de los latinoamericanos y caribeños al destino de los recursos
que les han injustamente conculcado, incontables son las vidas que se han
perdido en el intento para lograr la estricta separación entre los
beneficiarios y las víctimas del saqueo.
Sin embargo, a
escasa distancia de la costa sur de la nación corporativa “tiosaneana” y como predestinada a ello, se levanta una nación cuya
moral contradice y responde al paradigma liberal con una ética distinta de ver
el mundo, donde el ser humano y no el capital, se constituye como el eje de
acción y que somos los muchos y no los pocos los que tenemos que decidir el
sendero a recorrer. Nos referimos, por supuesto, a la Venezuela Heroica, como
nos caracterizó Eduardo Blanco en su inmortal epopeya de finales del siglo XIX,
la Patria que parió a Bolívar y luego a Chávez con menos de dos siglos de
diferencia, ha debido ser quien se plante por Latinoamérica a los grandes
imperios dominantes.
De este modo,
nos ha tocado ser también receptores del fenómeno migratorio de compatriotas
que han venido de todas las latitudes buscando lo que podríamos llamar “el
sueño venezolano”, donde históricamente migrantes de buena parte del mundo han
venido a buscar una nación de brazos abiertos, donde la discriminación por raza
o credo se encuentra en niveles mínimos con relación a la potencia norteña,
donde es posible conformar un hogar y hacerse venezolano.
Así, parte del
legado de pobreza y miseria dejado por los adecos y copeyanos, que tuvo que
asumir la Revolución Bolivariana, fue una masa de mujeres y hombres oriundos de
tierras hermanas que venían huyendo de la indigencia o de la guerra colombiana
o de la desdicha que les tocaba vivir en las islas caribeñas en muchos casos
deambulando por las calles, delinquiendo o subempleados, hasta con formas modernas de
esclavitud.
Entonces, ¿qué
hizo Chávez? ¿Acaso un muro costero-occidental? ¿Persecución a los migrantes? Podemos
palpar un caso de cómo la moral revolucionaria que conlleva al cómo hacer las
cosas, dista de la brutalidad capitalista, al tiempo de dar resultados
concretos y efectivos. En vez de un muro, de Venezuela nace uno de los mayores
proyectos internacionalistas y solidarios del mundo: el 29 de junio de 2005,
sale a la luz Petrocaribe, como alternativa energética para el Caribe, basado
no sólo en la solidaridad, sino también en la visión estratégica inigualable de
Hugo Chávez de potenciar a nuestros vecinos de ultramar como zona
geoestratégica para el desarrollo de nuestras propias potencialidades.
Como es obvio,
la oligarquía atacó la iniciativa a rabiar, recordemos las constantes críticas
del prófugo Julio Borges, por la supuesta “regaladera” de nuestro petróleo. La
verdad verdadera es que con el nacimiento de la multilateral energética el PIB
y con ello las condiciones de vida de nuestros hermanos creció a un ritmo
acelerado, donde la clave fue la eliminación de la intermediación y la
especulación de las trasnacionales, defendidas por el inefable oligarca, para
el suministro de combustible a dichos pueblos.
De esta forma,
los resultados fueron y son patentes, una gran parte de los desplazados por la
pobreza volvieron a las islas por tener mejores condiciones de vida pero
también, en momentos turbulentos como los que vivimos, el Caribe se ha
constituido en un mercado abierto para la exportación no petrolera, espacio que
está siendo aprovechado por muchos venezolanos como trabajadores pero sobre
todo como inversionistas, hecho insólito en otras épocas de la Historia.
Sólo el muro
con México costará a los Estados Unidos la bicoca de 5.000.000.000 de dólares
“pa’ empezá” y los recursos para el supuesto control de la migración son incontables,
sin resultados efectivos. Si el gobierno gringo
entendiera que un proyecto de desarrollo en México y Centroamérica por esos
montos evitaría buena parte de la migración masiva, al tiempo que potenciaría a
los estados aledaños lo cual terminaría redundando en el beneficio mutuo, o si
por lo menos pagara los diversos recursos que a diario se roba de estas latitudes,
seguramente la realidad fuera otra.
Y lo saben, lo
entienden, brutos no son, sin embargo, no es de su interés. Un vaciado de
tantos metros cúbicos de concreto para el muro deja miles de millones de
dólares en ganancia para un pequeño grupo, eso es todo para el capitalismo. No
esperemos jamás que piensen como Chávez quien siempre veía hacia el rostro del
pobre y sacarlo de esa condición fue su convicción diaria, siendo esa lucha legado
para nosotros.
El capital no
se para en eso, Trump no vacilará en llenar sus arcas aunque el muro no frene
nada y no beneficie a nadie más. El concepto tergiversado de moral de la
oligarquía no alcanza el del bien común, su criterio se centra en sus intereses
y sus intereses se centran en acumular riquezas a costa de lo que sea, no nos
engañemos.
Por sus
acciones los conoceréis…