miércoles, 19 de julio de 2017

EL PRESIDENTE NICOLÁS MADURO Y SU LUGAR EN LA HISTORIA

César Ferrer
@ferrerdupuy
ferrerdupuy.blogspot.com

  

 Es harto difícil poder definir el lugar que le corresponderá en la Historia a aquellos que se encuentran construyéndola. En efecto, prever los acontecimientos futuros y más aún quiénes, cómo, cuándo, dónde y por qué serán reseñados los hechos presentes pareciera una temeridad que pocos están dispuestos a asumir.

    Sin embargo, no en pocos casos hay acciones y conductas individuales o grupales ante ciertas circunstancias que nos pueden permitir intuir cuál puede ser su lugar en las páginas que hoy ya se están escribiendo y aquellas que están por escribirse. Ejemplo muy ilustrativo de esto se evidencia en aquel 14 de octubre de 1813, apenas en los comienzos de la gesta independentista, cuando la Municipalidad de Caracas otorga el título de Libertador a Simón Bolívar, acierto enorme realizado desde el mismo centro del huracán. Hoy no tengo dudas que vivimos días de independencia, desconozco cuántas repúblicas tendrán que caer o años pasar para lograrla pero la inminencia de liberación de otro imperio, es inocultable.

    Igualmente, es innegable la tormenta que estamos viviendo por el hundimiento imperial. El mundo comienza a perder el orden sacrosanto dado desde los Estados Unidos, a lo largo y ancho del globo insurgen los pueblos pidiendo libertad, luchando contra el capitalismo criminal que llevará al exterminio de la raza humana, si no es frenado a tiempo. Las fuerzas del planeta se están reacomodando y eso lo siente muy bien el opresor.

    En este marco, la insurgencia de los oprimidos viene de la mano de grandes líderes que le han dado coherencia a los reclamos de los pobres y los han convertido en bandera de lucha reforzada con una, hasta hace poco inconcebible, conciencia popular. Bolívar, Marx, Engelberg, Mao, Lenin y tantos otros han permeado hasta el ADN social, encaminando al mundo a un nuevo estadio que, evidentemente ya está en marcha.

    En Venezuela, este fenómeno tomó rostro, figura y nombre a finales del siglo XX, Hugo Rafael Chávez Frías, un desconocido Comandante del Ejército, decide tomar las riendas de la insurrección popular e inicia una verdadera revolución en todos los aspectos del país. Su impacto es incuantificable, encarriló el despertar popular de 1989 y no permitió que se disolviera o fuera secuestrado por nuevas o viejas oligarquías, en otras palabras, se hizo garante del Poder Constituyente del Pueblo que siempre está allí, sea o no reconocido por gobiernos de paso.

    Por supuesto, la prematura partida física de un hombre de la entidad histórica de Hugo Chávez, trajo consigo un terremoto que ha sacudido la esencia misma del proceso que hemos venido construyendo. El Guardián del Pueblo se ha ido, ningún mortal es capaz de afrontar al imperio mundial y protegernos del capitalismo genocida, opinan muchos. Mientras, la oligarquía trata de asegurar que no exista sucesor “digno” de Hugo Chávez, pretende recomponer la tesis del “fin de la historia” en la que Chávez sólo fue una “travesura temporal” y que sería momento de volver al status quo del capitalismo según su imposición; conciencia que pretenden implantar centrada en que los sueños del Comandante reposan con él en el Cuartel de la Montaña y nadie será capaz de devolvérnoslos, parafraseando a un alfil imperial.

    En este estado de cosas, a Nicolás Maduro le toca tomar el testigo directamente de la mano de Chávez y por inequívocas instrucciones de él. Debe calzarse los zapatos de un gigante de la Historia y continuar el curso de una Revolución, curso que pasa por culminar el proceso independentista de la primera reserva petrolera mundial contra el más poderoso imperio que ha conocido la humanidad. Por supuesto, se convierte en blanco de todos los cañones, su muerte política o hasta física es prioridad para poderes como trasnacionales, paramilitares, cárteles de drogas, Dea, Cia, Mozad, Pentágono, Departamento de Estado y pare usted de contar. Su cabeza tiene buen precio.

    En este marco, el ataque imperial ha sido de una ferocidad cada vez peor. A estas alturas, poco importan las formas, la guerra, cada vez más parecida a su forma tradicional de balas y muerte, está declarada y, los factores de poder de los Estados Unidos se abalanzan. Los ejércitos de derecha han salido a la calle a matar, han convertido la muerte en rutina macabra de sus actividades y la invasión es su objetivo. El acorralamiento al Pueblo y al Gobierno del Presidente Maduro ha llegado a niveles de ahogamiento, han intentado colocarnos en estado de sitio.

    Ante este tipo de circunstancias, muchos líderes han tomado uno de dos caminos, claudicar o declarar la guerra al invasor. He allí la grandeza de Nicolás Maduro, ha combatido acciones de guerra con una irreductible convicción de Paz, ha asumido su rol de Líder de la Revolución y nos ha marcado un camino, la Paz.

    Combatir la guerra con Paz es un camino difícil, lleno de escollos, presto a la confusión pero es el camino. Así lo ha entendido el Presidente y se ha resteado con el Pueblo para preservar la vida, hoy lamentamos contar nuestros muertos por cientos, pero con un liderazgo sin la fuerza del convencimiento de Maduro, seguramente estaríamos en plena y cruenta guerra civil. La Patria podría estar sacudida a lo largo y ancho por la sangre del Pueblo; eso lo ha evitado Nicolás Maduro.

    La visión histórica de Maduro es inigualable, ha impedido la matanza de pueblo contra el pueblo; ha combatido las balas con el camino del entendimiento; ha respondido a la sangre con el sudor del trabajo íntegron sincero, entregado. Un trabajo incansable y decidido por salvaguardar la vida de las mujeres y hombres del país. Es obvio que la Derecha nunca lo reconocerá, tampoco lo harán aquellos que creen que la Izquierda es sólo una silla para aparentar disidencia a gobiernos de Derecha y de esta manera darles apariencia de democráticos pero viviendo de ellos, pero lo cierto es que Nicolás Maduro está fraguando su lugar en la Historia como uno de los pocos que ha podido combatir y derrotar a los gorilas guerreristas con la Paz, como arma irreductible para la defensa y la victoria del Pueblo.

¡Sin duda alguna, nuestro Presidente Nicolás Maduro, tendrá un sitial especial en la Historia de Venezuela y del mundo!



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